Con toda la urbanización
engalanada, hombres, mujeres, niños, perros y patos con sus galas de festivo
mayor buscando sitio en las calles para el feliz acontecimiento, el aire que se
respiraba en Cuesta Blanca era indudablemente festivo. Los corrillos de vecinos
comentaban con alegría la nueva que una semana antes habían comunicado todas
las autoridades posibles, estatales, autonómicas, locales, partidos de la
oposición... todos se regocijaban con la consecución de una vieja
reivindicación de los habitantes del lugar, tener un parada de autobús en
nuestras calles.
Redactores de periódicos locales,
fotógrafos, cámaras de televisión, banderolas atravesando las calles, un día
soleado, todos eran elementos que realzaban al ambiente feliz y distendido. Una
cinta, de las de cortar con tijera y flash fotográfico, adornaba la parada
instalada dos días antes y resplandeciente en su novedad.
Los niños, cumpliendo con su
papel tradicional, ostensiblemente los mas pequeños, un poco mas distantes los
medianos, con comentarios nerviosos, displicentes y jocosos los mayores,
estaban asomados en la entrada de la urbanización para poder ser los primeros
en anunciar la llegada.
Desde los altavoces, cedidos por
el ayuntamiento, la música de bandas inundaba las calles. Si hasta los
pajaritos cantaban!, aunque con el barullo no se les oyera.
Las voces de los niños anunciaron
la tan esperada llegada y la gente se apretujó para situarse en las aceras y no
estorbar el paso, el alcalde, las cabezas opositoras, otras autoridades, el
presidente de la
Mancomunidad y los presidentes de fase se aprestaron para el
corte de cinta y el viaje, posterior, inaugural.
El autobús, su conductor supongo, ajeno a tantas
esperanzas y preparativos, a tantas autoridades y vecinos, siguió su curso
normal y tomó el desvío hacia Madrid, haciendo sonar el claxon al pasar por el
murete que separa nuestra calle de la carretera.
Alguien dijo a mi lado
“Bienvenido Mr. Bus”
Desde las calles de Cuesta
Blanca, solitarias en este momento y cubiertas por una cierta bruma de
fatalidad, Rafael López, reportero y vecino da la Mancomunidad. Seguiremos
informando.